El piercing en el ombligo es una moda totalmente atemporal. Pasan los años, y continúa siendo una tendencia. En esta oportunidad queremos enseñarte los aspectos más fundamentales al respecto. Así sabrás cómo escoger y cuidar el tuyo.
Los orígenes del piercing en el ombligo son quizá más remotos que los de otras perforaciones. Este tipo de piercing cobró una fama muy especial durante la década de los 80’s. Curiosamente, en esa época era muy común ver hombres que lo usarán.
Conforme pasó el tiempo esa moda fue decayendo, y quedó relegada durante años al público femenino. Y se afianzó todavía más luego de que la estrella del pop Madonna empezase a usar un piercing en el ombligo.
A partir de allí muchísimas jóvenes adoptaron esta tendencia, al igual que otras estrellas del espectáculo. Fue así como el piercing en el ombligo se convirtió en un símbolo de sensualidad. Recientemente el sector masculino se ha interesado de nuevo en su uso.
Luego de todo el tiempo que ha transcurrido desde su aparición, el piercing en el ombligo ha ido renovándose. En la actualidad ya no hay un solo tipo. Existen varios, cada uno con sus características y su propia estética:
Este es por excelencia el piercing en el ombligo más conocido y el que todos alguna vez hemos visto. Su propio nombre indica en qué zona exacta es colocado. En este caso la perforación es hecha verticalmente desde la parte superior.
Al hacerse de ese modo, el piercing que hayas escogido queda insertado dentro del agujero de tu ombligo. Es una opción bastante cómoda, y sin dudas es la más antigua de todas. Aunque eso no le ha impedido renovarse constantemente con las nuevas tendencias y combinaciones.
Este otro tipo de piercing en el ombligo es muy parecido al anterior. La diferencia, como es evidente, radica en el lugar. Esta perforación es realizada en la zona inferior, siguiendo los mismos métodos.
El resultado de esta perforación es que el piercing queda justamente debajo del ombligo. En esa área se destacará cualquier joya colgante que decidas utilizar.
Este piercing en el ombligo es en muchos sentidos una alternativa más fresca a la perforación clásica. Conserva su originalidad y su esencia. Sin embargo, le añade un toque más atrevido y permite jugar con combinaciones especiales.
El piercing lateral es un giro radical respecto a los tipos que ya hemos visto. Se lleva a cabo en el área que está por debajo del agujero del ombligo. Ahora bien, la diferencia primordial es que no va en vertical, sino en horizontal.
Para este piercing en el ombligo es común usar una barra curvada. Esto porque su forma permite mostrar en cada lado un extremo distinto de la joya. Ya después puedes probar colocando distintos accesorios en cada punta.
Vale mencionar que este es el piercing en el ombligo que más popularidad ha ganado últimamente entre los hombres. Entre otras razones, se debe a que se distingue muchísimo de los tipos anteriores. Por ende es una alternativa menos asociada al público femenino.
Por otro lado, la colocación de este piercing ha de ser más cuidadosa que con los demás. Su cuidado también requiere un poco más de precaución. Afortunadamente, el tiempo de sanación es casi el mismo.
El piercing en el ombligo doble es por mucho el más versátil de todos. Su nombre se debe a que es una combinación del piercing superior y del inferior. Cada uno incorpora una joya independiente de la otra.
Una de las grandes ventajas de este piercing en el ombligo es que es muy fácil de hacer. Si por ejemplo ya cuentas con el superior, es sencillo convertirlo en un doble.
Este tipo es más restrictivo, ya que se lo pueden hacer únicamente quienes tengan el ombligo hacia fuera. Desde luego, son la minoría. Se le llama “verdadero” porque esta perforación no se hace en la piel como tal, sino en el ombligo en sí.
Para perforar el ombligo se utiliza una barra, tal como sucede con los otros piercings. Aunque se opta por un modelo más delgado, puesto que es una parte mucho más sensible. El resultado es una joya en la parte superior y otra en la inferior.
El piercing en el ombligo verdadero no cuenta con la misma popularidad que otros tipos. No obstante, se ha visto un pequeño aumento en la cantidad de personas que lo usan. Especialmente en hombres.
A la hora de escoger un piercing en el ombligo hay dos factores fundamentales a considerar. Si te fijas en cada uno, ten por seguro que harás una buena elección:
En este apartado existen muchas opciones. Sin embargo, los expertos están de acuerdo en que lo mejor es utilizar titanio. O si no, acero quirúrgico. Ambos materiales son ideales para la primera vez.
Ya cuando haya transcurrido la cicatrización podrás probar con joyas de un material distinto. Plata, oro, bioplástico, etc. Y si eres deportista, puedes probar con el PTFE. Este último te dará una gran libertad de movimiento.
El tamaño del piercing en el ombligo suele estar en un rango estándar. Este va de los 1.2 a los 1.6 mm. La elección queda a tu gusto, aunque mientras más grande sea mejor lucirá. Eso se debe a que en esa zona las barras gruesas entran sin problemas.
En el abdomen hay un riego sanguíneo muy reducido. Por lo tanto el proceso de curación del ombligo tras la perforación es más lento que en otras zonas. Pero si cumples con estos cuidados la cicatrización se realizará sin complicaciones:
Está claro que este es el cuidado más básico e imprescindible de todos. La limpieza del piercing en el ombligo debe realizarse entre unas dos y tres veces a diario. Es importante no perder esta rutina, ya que podría acabar reduciendo su efectividad.
Para limpiar la perforación deberás utilizar un bastoncillo. Este tendrás que humedecerlo en una solución salina. Puedes prepararla tú mismo o comprarla. Una buena opción es el suero fisiológico. Luego con el bastoncillo aplica la solución sobre el piercing durante unos minutos.
Cuando hayas acabado, deberás secar la zona en torno a la perforación. Para hacerlo utiliza una gasa. No uses toallas, pues suelen albergar muchísimas bacterias, las cuales son un riesgo.
Esta rutina de limpieza, aun siendo tan sencilla, tiene muchos beneficios. Para empezar, despeja toda la suciedad que haya en tu ombligo. Ya con eso previenes cualquier infección. Pero además hidratará bastante los tejidos circundantes.
Las cremas corporales no son convenientes durante el período de cicatrización. El motivo es simple: obstruyen la zona del ombligo. Como consecuencia, es posible que se genere un gran número de bacterias.
Sabemos que una vez hecho el piercing en el ombligo es una gran tentación cambiar la joya. No hay ningún problema con ello, pero ciertamente es fundamental que antes de hacerlo ya se haya completado la cicatrización.
Si bien cada cuerpo es diferente, la curación no debería demorar más de seis meses. Ese es el rango máximo. Durante ese lapso tienes que conservar la joya que te pusiste en un principio.
Una buena forma de saber si ya está curado el piercing es que acudas al perforador. Él sabrá reconocer qué tan avanzado está el proceso de cicatrización.
Las costras son un método que utiliza el cuerpo para proteger la cicatrización. Realmente lo que sucede que es segrega linfa, y esta se endurece hasta convertirse en una corteza.
Dicha corteza es la misma costra. Su apariencia puede ser desagradable, por lo cual es natural que quieras removerla. Sin embargo, no es recomendable debido a que estarías exponiendo la piel. Lo que sí puedes hacer es ablandarla usando una gasa con solución salina.
Durante las primeras semanas deberás utilizar ropa holgada. Cuanto menos ajustada sea, más contribuirá a la cicatrización. Tu vestimenta en ningún momento debe rozar la zona del piercing.
Y si en algún momento hay un roce mínimo, verifica que la prenda no se haya enganchado por accidente. Semejante problema podría comprometer tanto tu piel como el estado de la curación.